miércoles, 19 de noviembre de 2014
Pollo, ave
El pollo es una de las aves más consumidas y su carne, una de las más magras, es tierna, sabrosa y fácil de digerir por su bajo contenido en grasas, por eso suele ser la primera que se le da a probar al bebé a los seis meses.
Ayuda al buen funcionamiento del cerebro, la circulación sanguínea, la formación de colágeno y la función hepática. En cuanto a los minerales que aporta, es inferior en hierro y zinc pero superior en fósforo y potasio con respecto a las carnes rojas.
La gran ventaja del pollo es que su aporte nutritivo es muy rico, es similar al de las carnes rojas, pero contiene pocas grasas y calorías. Por cada 100 gramos de pollo, se calculan 125 calorías (sin piel).
Las piezas del pollo más adecuadas para el bebé son la pechuga, la más magra, y el muslo. Luego, cuando ya sea mayorcito podremos ofrecerle otras piezas como el jamoncito para que lo coma con las manos.
Hay que prepararla sin sal, ni condimentos que oculten el verdadero sabor de la carne, además de que pueden ser perjudiciales para el bebé. Se recomienda quitarle la piel y por supuesto, cualquier resto de huesos.
Se puede hacer asado, hervido, a la plancha, al horno, en guiso o salteado, pero no debemos olvidar que los pollos de mayor edad son carnes más duras y necesitan más tiempo de cocción para ablandarlas.
Lo ideal para comenzar es triturar el pollo en el puré de verduras, unos 20 gramos de carne es una buena medida para comenzar. Más tarde se puede ofrecer el pollo en tiritas para que el bebé las chupe, pero evitar los trozos pequeños hasta que sea capaz de masticar.
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